Bienvenidos a Vicios Etílicos
Giga actualización del 13º aniversario
Llevo ya AÑOS detrás de intentar terminar lo que publico hoy, en el 13 aniversario de la web. Desde 2011, fecha en la que se dejó de publicar asiduamente en la web por una mezcla de pereza y porque cuando la gente quería ver fotos o chorradas se metía en el Facebook. Hoy os traigo por fin la web completa, rellenando todos los huecos de fotos que he podido recopilar desde 2011 hasta hoy. Que sí, la mitad de ellas están en el Facebook, pero aquí están ordenadas cronológicamente y tienen comentarios, algunos rancios y otros gloriosos. Y también está la otra mitad, que son fotos que no se llegaron a subir nunca. Además, se les ha aumentado la resolución a todas las fotos que ya existían. 800x600, que no es ni de lejos HD, pero permiten más detalle que la antigua resolución que tenía sin dejarse los ojos, además de que si las subo más grandes me peta la página. Además, alguna cosilla más he metido por ahí.
Así, os presento todos los álbumes nuevos, que son 35. Empezamos fuerte con las fotos del nevazo de 2006, en las que vemos a unos jovencísimos zanguangos que conoceréis. De las mismas fechas está la primera visita al campo de JP y su cumpleños de 2006. De años siguientes tenemos fotos de los carnavales de 2007 y 2008, y unas fotos de un botellón que hicimos en el ferial en 2007. Del verano de 2008 tenemos unas fotos de cuando nos acoplamos a la piscina de la Eli. De 2010 tenemos varias cosas: las fotos random de ese año y el anterior, botellones en el campo que no llegaron a publicarse, a primeros y finales de julio; y fotos de las fiestas de Tíjola y en en el piso del Girón en Roquetas. Ya de la época que dejé de actualizar la web tengo fotos de una fiesta en el campo en agosto de 2011, mi cumpleaños de 2012 y la Nochevieja de ese año. De 2013 tenemos la fiesta despedida de cuando me fui a vivir a Belfast, fotos random de esa época, la Nochebuena y la Nochevieja. De 2014 sólo he podido juntar 3 álbums: un botellón clásico de verano, fotos random y la Nochevieja. De 2015 he podido recopilar alguna cosilla más: un botellón campestre, fotos de la feria, del cumple del Edu y la Lucía pollo, Halloween, random del año y la Nochevieja. De 2016 también hay alguna cosilla: barbacoa preferia en el campo, fotos de la feria, una noche bebiendo Pale Cream, en una discoteca de la feria y fotos variadas de ese año. Y ya para finalizar tenemos fotos súper random, de la semana santa del año pasado y fotos varias de ese mismo año.
Además de las fotos, algunos álbumes tienen vídeos nuevos: ojo al vídeo que grabó el Ramos en la Nochevieja de 2005. Descojone asegurado. Videos variados del cumple del Edu de 2006, incluyendo una picada del Pancho. También hay varios vídeos del cumpleaños de Natalita en 2006, con una tele rota y cubatas reversibles. También del 2006 tenemos cosas muy heavies del cumpleaños del David de El Ejido. Ya varios años después tenemos un vídeo de los Pablos bailando Michael Jackson. Y los últimos vídeos en la sección del Girón, sonidos de Pikmin y Mioh y una segunda recopilación de rasengans.
Pero no queda ahí la cosa. También tenemos 24 nuevas definiciones del diccionario, que ya suman 326 en total, chispa más, chispa menos (las palabras nuevas están en naranja). También una recopilación de barbas del Girón y otras fotos de este gran personaje, en su sección. Tampoco me he olvidado del Tony y tenemos un proyecto de recopilación de sus frases y de sus fotomontajes. También otro proyecto que quiero empezar, la recopilación de frases con trampa, que van en la sección del Pancho. En el margen derecho tenéis una nueva encuesta al más duro, homenaje a aquellas encuestas de los inicios de la web.
Y luego ha habido mejoras por allí y por allá: unas fotos agregadas al final del reportaje de Nochevieja de 2016, metí los ránkings de borrachos en cada álbum respectivo (en la web antigua tenía una sección propia), a todos los álbumes que ya estaban les he metido alguna foto que otra (antes hacía más selección porque tenía espacio limitado). Y poca cosa más, aunque lo que ya os he puesto no es poco.
Ahora, disfrutad como lo he hecho yo haciéndolo.
Breve estudio del caducamiento
Para los que no comprendan el término, no se trata de la fecha de caducidad de los yogures, si no la nula o escasa predisposición a salir de casa. Sobre todo, se le llama caducamiento al hecho de quedarte en casa cuando hay disponible un plan con amigos. Entendemos que en un día de entre semana normal se concede amnistía con el caducamiento. El caducamiento tiene también sus grados, pues no es lo mismo quedarse viendo las galas de la tele en Nochevieja que acostarse temprano un viernes porque estás fundío de currar toda la semana. Hagamos entonces una escala de niveles de caducamiento, de menor a mayor grado.
-Caducamiento por nulidad: Se da cuando realmente no hay plan, todo el mundo está ocupado, todo el mundo se ha caducado o directamente no tienes amigos. Si realmente tienes ganas de salir no se consideraría caducamiento. Digamos que si tuvieras una mijilla de ganas de salir pero de pronto ves que nadie sale, en verdad piensas, bueno, pues hoy descanso. Se produce entonces un caducamiento por nulidad.
-Caducamiento en grupo: Se trata de quedar para un plan de tranquis como ver una peli, juegos de mesa o echar vicio. No es un caducamiento serio ya que implica sociabilizar, y tampoco van a ser todos los días de jolgorio y bacanales.
-Caducamiento parcial: Se produce cuando realmente sí sales, pero te retiras a mitad de la noche. Este tipo de caducamiento puede agravarse si se realiza con bomba de humo (irse sin avisar, como los ninjas).
-Caducamiento justificable: Son los que se dan por enfermedad, por tener curro al día siguiente o no tener muchos dineros. Son caducamientos perdonables, pero también existen animales de la fiesta (llamadme exquisito pero aquí me suena mejor el término en inglés “party animal”) que han llegado a darlo todo teniendo 40 grados de fiebre. Leyendas los llaman.
-Caducamiento en pareja: Te quedas en casa porque puedes, y al final seguramente termines la noche mejor que tus compañeros solteros.
-Caducamiento por acumulación: Cuando llevas ya muchos fines de semana sin parar, a veces apetece quedarse un día en casa para recuperar fuerzas.
-Caducamiento sincero: Se da en personas que normalmente salen, pero ese día, por lo que sea, no les apetece.
-Caducamiento por planchar camisas: Recibe su nombre por una excusa real que fue dada para no salir, “no salgo porque no tengo ninguna camisa planchada”. Se trata de caducarse dando cualquier excusa barata: cumpleaños de familiares que curiosamente se dan varias veces al año, eventos ineludibles inventados, visitas de un familiar que nadie conoce…
-Caducamiento reincidente: Dejando a un lado personas que realmente sean introvertidas (que no tímidas), este tipo de caducamiento se da en personas que, por algún motivo, se quedan en casa más veces de las que uno puede contar. Pueden tener un problema más severo que necesite ser atendido por un profesional, pero si se trata de un caducamiento que se repite varias noches en un individuo mentalmente sano, se considera de una alta gravedad.
Este artículo no pretende reprender a ninguna persona caducada, sino ser una reflexión porque me aburro. Si alguien se da por aludido es su problema.
El kebab, esa comida infame
Borbotones de salsa yogur con un tono blanquecino poco apetecible. Un solo rollo dando vueltas pero 3 tipos de carne en el menú. Un local cutre pero sin encanto. Te encuentras en un kebab, o shawarma, como se le conoce en algunos sitios. Nadie fuera de mi pueblo o Granada me ha entendido cuando he dicho shawarma. He aquí las diferencias:
Se empezó a popularizar en España hará unos 15 años y rápidamente se sobrepuso a otras comidas rápidas como las hamburguesas. La primera vez que vi el rollo de carne dando vueltas no me causó buena impresión y parece que esa imagen de un trozo deforme de chicha al que le rascan con esa herramienta que parece una radial se ha quedado grabada en mi mente. Fui bastante escéptico la primera vez que lo probé pero desde entonces tengo una relación de amor-odio con los kebab.
A uno le entra mono de pizza, chuletillas de cordero e incluso de lentejas bastante a menudo. El antojo de kebab a mí me suele dar cada 2-3 meses y vuelve a desaparecer tras probar medio kebab. El ansia de kebab se va disipando con cada bocado de ese conglomerado de carnes empachoso e insalubre. Hoy en la cantina de mi oficina sólo quedaba kebab a la hora que he llegado, o sea que ya no me toca otra vez hasta después de Navidad. No, esas veces que te entra el lobazo al salir de fiesta no cuentan.
Relataba mi amigo tijoleño el Salva, que uno de sus amigos en una de sus borracheras fue al “showarmero mágico” en algún lugar indeterminado de Granada. Dicho shawarma, showarma, kebab o como pollas sea, supuestamente estaba delicioso. Posteriores incursiones en terreno pedroantoñero (es una de las zonas de pubs de Granada) nunca hallaron tan mítico lugar. Sí que se hallaron en cambio ulcerantes dolores de barriga tras el testeo de algunos de estos establecimientos de dudosa reputación.
Vale, seamos honestos, algunos de estos lugares llegaban a un nivel decente, pero desde mi época de estudiante en Granada nunca volví a probar un kebab que me dejara satisfecho. Durante mi estancia en Belfast probé varios kebab sin suerte. Eran especialmente infames unos kebab que había cerca de un conocido pub, el Laverys. En la entrada de los mismos se podían ver carteles de 2 por 1, tentando a guiris y no tan guiris a aplacar el hambre que dejaba la ingesta de cerveza irlandesa. Había un local que hacía “el mejor kebab de Irlanda del Norte” que tenía hasta premios y tó, pero no era un kebab al uso. Y sólo me gustaba a mí al parecer, ya que recomendaciones del sitio fueron infructuosas y me labraron mala fama de crítico de cocina, no así de cocinero. El vídeo que os pongo debajo es de una tía ultra ansiada por comer kebab justo enfrente del Laverys de Belfast. Vedlo hasta el final, no tiene desperdicio.
Otra historia mítica de kebabs trata de un glotón amigo nuestro (se dice el pecado pero no el pecador, aunque sea una historia bastante extendida). Se le propuso un reto: el grupo de amigos pagaba 10 kebabs si se los comía todos. En caso de plantarse a medio camino de tal opípara bacanal, él se haría cargo de la cuenta y los amigos comerían los kebab restantes. Ni que decir que fue una propuesta demasiado ambiciosa para el colega, que se quedó al final del quinto. Aunque hay que decir en su, ehm, defensa, que ese mediodía tuvo una importante comida familiar que ocupó su casi insaciable estómago.
Del mismo glotón (seguramente la próxima vez que nos veamos acabará escupiéndome en la sopa) surge otra historia de gula y exceso. A todos nos gustan las pizzas (incluso a algunos nos gustan con piña). ¿Qué se le ocurrió a nuestro entrañable amigo? Efectivamente, echar la carne del kebab por encima a una pizza. No, no era un lahmacun, era un engendro de la gastronomía.
Me decía mi amigo alemán que cuando me viniera a vivir a Alemania iba a saber lo que era un verdadero kebab, ya que esto está plagado de turcos y tal. Tras 10 meses viviendo en Frankurt, aún no he probado uno decente. Hay numerosos debates sobre la salubridad del shawarma pero el resultado creo que queda claro. El kebab queda relegado pues a comida de borrachera a altas horas de la madrugada o a cena de hombre soltero con pocas ganas de cocinar.
Qué fue del Simba
Empezamos esta nueva sección con una entrada dedicada al Simba, mítico perro del Yairon. Todos los amigos del Girón recordamos al Simba con cariño. Si su amo de por sí ya es legendario, la mascota no podía ser menos. La raza del Simba era pekinés, un perro bastante pequeño. El Simba procedía de la pajarería de enfrente de la comisaría. Su nombre se decidió por imposición paterna, no girónica, si no Suarez (recordad que Girón es el segundo apellido del Yairon). El anterior perro que tuvo la familia Girón se llamaba Beethoven, en homenaje a aquella película del San Bernardo. El nombre estaba decidido casi por unanimidad familiar, Beethoven 2. Sin embargo, al patriarca Suarez (al pobre hombre no le hace gracia que su familia sea más conocida como Girón) no le parecía un nombre adecuado, así que decidió el suyo propio, Simba. No se sabe si el Yairon padre es gran fan del Rey León o si directamente desconoce que Simba es más bien un nombre más apropiado para un felino, pero el caso es que el trato era que o el perro se llamaba de esta manera o no sería aceptado en la casa. Un perfecto ejemplo de que la democracia se la pasan por los huevos.
El Simba se integró en la vida familiar girónica de manera excepcional. Recibió todo el cariño posible, además de sustanciosas sobras de la carnicería como dieta ocasional. El can tiene en su haber varias anécdotas de las cuales me vienen a la memoria las que recojo en este artículo. El hábitat del Macartimbeu (como el Yairon lo llamaba en ocasiones con tono afectivo) era la cocina. Disponía de un patio trasero para corretear y depositar sus excrementos cuando no tenía oportunidad de echar un truño en la calle. El Simbeu fue compañero de vicio en los tiempos en los que jugábamos a la Mega Drive en la cocina del Yairon. En sus épocas de juventud era un perro bastante revoltoso y una vez llegó a pegar un tirón de un cable y tirar la videoconsola al suelo. Esto provocó la ira de Rubén Suarez Girón, que vio como sus sentimientos entraban en conflicto. Realizó unos aspavientos en el aire acompañado de sonidos irrepetibles pero al ver que el Simba se acojonó, pues no hizo otra cosa que levantarlo y darle unos besos en el lomo
Llegada su adolescencia canina, (en años perro se supone que es a partir del año y medio), el Simba sufrió un descontrol hormonal. Vamos, que era un folla-piernas. Disponemos de documentos animados que podéis ver más abajo. Hubo una vez que estábamos jugando a la Play en la solana del Yairon cuando al Macartimbeu le entró un calentón de aquí te pillo aquí te mato. Al parecer sentía bastante atracción por los tenis del Albert. Fue amor a primera vista. El Simba empotró con pasión las zapatillas del Albert, depositando tras el acto sus fluidos caninos sobre los pies del Albert. Esto provocó una llantera en el joven Albert. Tras su relación con los tenis del Albert, se conoce que el Simba tuvo relaciones esporádicas con un cojín de los sofales del Yairon.
El Simba, a pesar de no haber llegado a llamarse Beethoven, mostró gran pasión por la música. Es conocido que el Yairon tiene una latente habilidad para tocar el piano. Hacía sus pinitos tocando canciones básicas de piano mientras el Simba ladraba al unísono. Un dueto musical que bien podría merecer una película de Hollywood o por lo menos una actuación en Tú si que vales.
Otra anécdota contada por el propio Yairon fue que el Simba se enfrentó a la perra del Alex el Owen, un vecino del barrio. Al parecer al Simbeu se le fue la olla y se le tiró a la pastora alemana, que superaba con holgura la talla de nuestro entrañable pekinés. Las habilidades ofensivas del Simba no lograron dañar a la perra del Álex, pero si ocasionaron que ésta empezara a llorar. Contada así no hace gracia, pero el Yairon asegura que fue un momento de gran descojone.
El pobre Simbeu pasó sus últimos años con una ligera ceguera hasta que pasó a mejor vida en Julio de 2013. No se le conoce descendencia genética. Nunca podrá ser sustituido, pero la familia Yairon adoptó otro perro llamado Macarrón, que seguirá la estela que el Simba dejó en nuestros corazones.
Modas que no entiendo
Quería titular el artículo como modas estúpidas pero he de asumir que habrá gente que se ofenda y sí considere estas modas como algo normal.
Ya en mi blog sobre Belfast hablé sobre la manera en que las chicas van maquilladas (cejas pintarrajeadas, bronceado falso, maquillaje excesivo...) pero lo que voy a tratar aquí es algo que también observé en España la última vez que fui.
Todo el mundo ha oído ya hablar de la moda hipster (exuberantes barbas, gafas sin cristal, un toto como Bale el jugador del Real Madrid). A pesar de que es un estilo que está dejando de ser común a esa tribu urbana, extendiéndose ya a más gente, yo quiero comentar ciertas modas que se ven más en personas, llamémoslas “normales”, que no tienen una pertenencia exacta a un grupo específico (aunque si me preguntas a mí te diría que es gente tirando a pija).
-Gorros de lana: 30 grados a la sombra. El horizonte ondula cuando miras a lo lejos. Las barandillas de metal queman al contacto. Los albañiles trabajan sin camiseta. Y aún algunos insensatos llevan puesto un gorro de lana en la cabeza. Soy yo en invierno, que además tengo poco pelo ya, y me hierve la cabeza cuando llevo un gorro más de 5 minutos. ¿Es que esta gente tiene insensibilidad en la cabeza? ¿Algún tipo de lesión cerebral? ¿Llevan estos gorros para ocultar alguna deformación seria? He de admitir que a algunas muchachas les queda bonico el gorro, pero colega ¿por qué llevan gorro de lana si luego van en manga corta y con shorts?
-Pantalones rajados: Ésta es una moda que lleva ya varios años, pero últimamente se ven concretamente rajas en las rodillas. Cuando yo era pequeño me desollé los pantalones varias veces, principalmente con caidas yendo en monopatín. Llegando malherido a casa, a mi madre no sólo no le importaba un carajo mi condición física, si no que además recibía una severa reprimenda por haber roto los pantalones. Cuán afortunado sería si esta moda hubiera sucedido hace unos pocos lustros. Me habría quedado sin rodilla pero mi madre podría estar tranquila que su niño tendría un armario con ropa impecable. Las razones que se me ocurren para llevar los pantalones así es disponer de un respiradero, que en verano viene bien, oye. Pero luego comprendes que el ser humano es un animal ilógico y ves a la gente llevando esos mismos pantalones helados de frío en invierno.
-Pantalones ajustados en hombres: Los pantalones ajustados en hombres quedan fatal. Antes de acusarme de sexista, atended a mis razones. Una chica con pantalones ajustados se siente guapa y a la vez a los hombres nos gusta mirarlas, decidme que no. Incluso otras mujeres mirarán a esa otra y pensarán que le quedan bien. No ocurre eso en los hombres. El bendito precursor de modas que se puso unos pantalones ajustados pensaba que le quedaban bien. Incluso algunas chicas se fijarían que esos pantalones le marcan una buena paquetada. Pero ¡horror! Este esperpento causará repugnancia en otros hombres. Y eso es lo que siento yo, animadversión de ver esas patillas finas embutidas en tela, esos pantalones que tienen que ser incómodos del copón, que no contentos con llevarse ajustados además vienen en colores chillones. Todo muy trending, muy fashion. Matadme, por favor.
-Ropa de marca: Esta queja admito que es totalmente algo personal. Directamente no me gusta la ropa de marca. Es cara y en pocas ocasiones ofrece realmente una calidad superior a ciertos ropajes que puedes encontrar ya no en mercadillos, si no en tiendas de moda más modestas. Por citar algunas marcas de moda: Abercrombie, Tommy Hilfiger, Hollister, Superdry. Las zapatillas (o tenis como los llamamos en mi pueblo) tienen que ser Converse. Y ya no me voy a otras más pijas como Ralph Lauren, Lacoste o Versace. Cuando empezó a gustarme el rock y el metal y comencé a llevar camisetas de grupos me decía mi madre que además de que eran feas, que iba haciéndole propaganda al grupo de gratis. Pero claro, si llevas ropa de marca ya no les haces propaganda, estás siendo cool. Gironías de la vida. Si llevando camisetas de éstas que ponen cosas random en inglés que la gente en España no se fija ya vas bien. Por ejemplo que ponga College City of Wherever, Established 1987. O ropa sin textos, como camisas de rayas y cuadros y arreando.
La adicción a los móviles
No es novedad decir que en la sociedad actual estamos demasiado enganchados a los teléfonos móviles. Es un tema que me preocupa, siendo yo informático y aficionado a los videojuegos. Recuerdo mis tiempos mozos en los que tener una Game Boy era un privilegio, pero siempre tenían prioridad los juegos tradicionales: el escondite, el pilla-pilla, el quema, pachanguillas de fútbol, jugar con las palas en los descampados, hacer cabañas con palés... No pretendo hacer de éste un post de añoranza de la infancia pero sí comparar a como estamos ahora. Vivimos en la era de los nativos digitales, dónde tu abuelo te pide que le adelantes el reloj cuando cambia la hora pero tu sobrino recibe una tablet como regalo de la comunión.
Me llaman friki por jugar a la Play pero sí que está socialmente aceptado que una persona saque el móvil en una reunión de amigos para jugar al Candy Crush. Las cenas de Navidad se han convertido en una competición de cuñados de ver quien enseña la imagen más graciosa. Sentimos malestar cuando estamos fuera de casa y la batería baja del 15%. La gente cruza la calle sin mirar más que a su móvil. Es un tema bastante preocupante, que me hace temer si poco a poco el ser humano perderá la habilidad de comunicarse oralmente para dejar paso a una excelente habilidad dactilar que permita decenas de palabras escritas por minuto.
Los smartphone son por supuesto una herramienta bastante útil. Google Maps me ha permitido orientarme en mi reciente viaje a Nueva York (adiós a esos engorrosos mapas de dificil plegamiento). Con Spotify y Youtube tengo a mi disposición cualquier canción que se me ocurra en unos segundos (recordad esos tiempos que grababas canciones de la radio en casette y rezabas porque el locutor no hablara). Whatsapp permite comunicación instantánea además de la posiblidad de compartir archivos multimedia.
Así se ha perdido la romántica tradición de llamar al timbre de casa. ¡Que ilusión aquellas visitas inesperadas en las que tu vecino te tocaba a la puerta para salir a jugar! A día de hoy me han llegado a hacer una llamada de Whatsapp para decirme que abra la puerta de casa. Luego hacíamos esas llamadas telefónicas simplemente por saber como va la cosa. Pensadlo, antes no podíamos cazoletear que estaban haciendo nuestros amigos en Facebook, ni teníamos el grupo de Whatsapp en el que un bienaventurado propone el plan del finde. ¿Cuando fue la última vez que llamásteis por teléfono (no llamada de Whatsapp ni Skype) a un amigo por el simple placer de saber cómo le va?
Las dos situaciones que más me preocupan son dos: gente caminando por la calle mirando el móvil y reuniones de amigos todos celular en mano. Caminar con el móvil es peligroso. No sólo te puedes comer una farola, si no que como decía arriba, la gente cruza la carretera sin mirar siquiera, quizá seguros por no oir el motor de un coche. Yo uso bici y más de una vez he tenido que pegar frenazo por no atropellar a un intrépido peatón. El tema de las reuniones de amigos mobilísticos es más un problema social. Está bien revisar en un segundo el Whatsapp que te ha llegado, particularmente si no es de un grupo, pero ponerse revisar el Facebook enfrente de tus amigos cuando hay una conversación activa me parece la más clara y a la vez sutil forma de indicar que no te importa una polla de qué se está hablando. Fijaros cuando vayáis por la calle y asomaros a las cafeterías para comprobar como de invasiva está siendo esta afición a mirar el teléfono en cualquier lugar. Así que si estás leyendo esto en presencia de tus amigos, recuerda que el smartphone solo se debe usar cuando esperas al autobús o cuando estás sentado en el váter.
Y para terminar os paso un enlace con 20 imágenes que dan bastante que pensar: